Apoyarse contra lugar: discapacidad, naturaleza e interdependencia
Naomi Ortiz conversa con Julia Watts Belser
1 de junio de 2022
Naomi Ortiz (elle) es une escritore y artista visual mestice y discapacitade. Vive en la zona fronteriza entre Arizona (EE. UU.) y México. Su trabajo interseccional se enfoca en la justicia de discapacidad, la eco-justicia y la relación de estas con el lugar. Su libro Sustaining Spirit: Self-Care for Social Justice (Espíritu sustentador: autocuidado para la justicia social), reflexiona sobre su experiencia trabajando por más de una década en temas de defensoría personal y justicia social para ayudar a les activistas a aprovechar las herramientas espirituales y responder al agotamiento, el duelo y el desgaste laboral. En 2021 Ortiz recibió la Beca Fronteriza Narrativa de la Asociación Nacional de Artes y Culturas Latinas por su proyecto multidisciplinario Complicating Conversations between Disability Justice and Eco-justice in the Arizona Borderlands (Conversaciones complejas entre la justicia de discapacidad y la justicia ecológica en las zonas fronterizas de Arizona).
Julia: Naomi, tú tienes una conexión muy profunda con la tierra y la naturaleza. ¿Podrías contarnos sobre el lugar donde vives?, ¿qué te atrae de los lugares salvajes?
Naomi: Yo vivo en el desierto de Sonora que está en el suroeste de los Estados Unidos, cerca de la frontera. Cuando pienso en esta bioregión, pienso en un lugar longevo. Los árboles de palo fierro pueden vivir hasta 500 años. Los ocotillos alrededor de cien. Algunas personas dicen que hay una creosota que tiene 8.000 años y que ha crecido y muerto múltiples veces; siempre desde las mismas raíces.
Cuando estoy en el desierto reconozco que somos interdependientes. Esa interdependencia con la naturaleza es la que me inspira. Las plantas están en una relación con el suelo, y ambas, con los insectos. Y todos ellos tienen una relación con otros animales. Eso es para mí, la naturaleza: cualquier lugar en el que se produzca una relación de interdependencia.
Julia: Parece que entiendes la interdependencia como una especie de puente entre el pensamiento ecológico y la experiencia de la discapacidad. A menudo, las comunidades de personas con discapacidad consideran la interdependencia como un valor central; una forma de honrar el hecho de que ningune de nosotres es independiente, que todos los seres humanos dependemos de les demás. Y les ecologistas reconocen la interdependencia —justamente la relación que describes entre plantas, polinizadores y el suelo—, como un sello distintivo de los ecosistemas vibrantes.
Me pregunto si esto moldea de alguna manera lo que tú quieres decir cuando hablas de la naturaleza. Estoy pensando especialmente en les activistas por la justicia ambiental y en su insistencia de proteger y apreciar los entornos urbanos y no exclusivamente los lugares hermosos; salvajes y lejanos. A dejar de convertir a ciertas comunidades en vertederos tóxicos, a valorar y cuidar los lugares donde la gente realmente vive.
Naomi: Muches de mis amigues se sienten incómodes cuando están en la naturaleza. La mayoría de elles no ve la naturaleza como un lugar de bienestar. Eso me parece fascinante, pues para mí, la naturaleza es un lugar en el que me apoyo. Necesito tener acceso a la naturaleza.
Hay mucha belleza y sabiduría en ese espacio, pero mis amigues tienen una relación muy diferente. A partir de eso me empecé a preguntar cómo es que definimos la naturaleza y a qué nos referimos con eso.
A menudo he usado la palabra naturaleza para decir: “allá afuera, en la naturaleza, en otro lugar.” Sin embargo, me he dado cuenta de que la naturaleza puede estar en cualquier lado; en el patio trasero, en la parada de autobús, en el comedor, allí donde alguien te ayuda a doblar la ropa y donde se habla y se comparten historias.
Creo que tenemos que dejar de pensar en los espacios salvajes y los espacios urbanos de forma binaria.¹ A las personas discapacitadas, se nos enseña—a menudo y de manera estructural—que los espacios salvajes no son para nosotres. Pero los espacios salvajes están en todas partes.
Julia: Me da curiosidad: ¿de qué manera tu discapacidad impacta en la forma cómo interactúas con la tierra? ¿ Transforma lo que ves o hacia dónde vas?
Naomi: Como persona discapacitada, siempre estoy en el umbral entre la ciudad y el espacio salvaje. Por ejemplo, si hay una ruta de senderismo realmente rocosa y bastante difícil, pero tiene un buen estacionamiento, yo estaciono el coche en una esquina. De esa manera puedo bajar la silla de ruedas cerca del umbral.
Estar en el desierto es estar en el desierto. Pero donde yo estoy hay basura de otra gente que estaba de fiesta. Y botellas de agua y envoltorios de barritas energéticas.
Estoy allí, observando la hermosa porción de tierra interdependiente, observando a los animales interactuar. Una ardilla terrestre antílope de Harris viene a recoger un capullo de cholla, se lo mete en la mejilla y luego regresa a su madriguera. Y puedo ver las arañas, las hormigas y todas estas criaturas que están allí. Pero no puedo estar sólo con esas cosas. También estoy con los aspectos del espacio hechos por la humanidad.
Julia: Esa es una forma brillante de crear formas de acceso: ¡encontrar un lugar justo en el borde del estacionamiento! Pero también es profundamente frustrante que el acceso en silla de ruedas a lugares salvajes sea tan escaso. La teórica de estudios de discapacidad, Sarah Jaquette Ray, argumenta que les estadounidenses tienen la imagen cultural de que la persona que disfruta de la naturaleza es un excursionista robusto y resistente: “Hombre aventurero.”² La infraestructura que hemos construído respalda esa noción. El estacionamiento en realidad no fue construido para ti o para mí. El estacionamiento fue construido para que el Hombre aventurero tuviera un lugar para dejar su auto cuando sale a caminar por la ladera de la montaña.
El estacionamiento es una tecnología de acceso; una intervención que se ha hecho en el paisaje. Pero la mayoría de las veces, la gente toma eso por sentado; como si eso fuese una parte inevitable de la cultura del automóvil. ¿Pero qué pasaría si se construye un camino pavimentado accesible? Las organizaciones para la conversación de la vida salvaje protestarían. Dirían que un acceso así representa una plaga para el paisaje, una distorsión de la vida silvestre.³ El acceso para discapacitades se presenta en el discurso como el enemigo de la naturaleza, mientras que todas esas carreteras, autopistas y estacionamientos se aceptan como inevitables, como el precio mínimo que hay que pagar por tener automóviles y por vivir dentro del capitalismo.
Naomi: El lugar donde yo vivo tiene una larga historia de extracción. Hay enormes caminos mineros que atraviesan los espacios salvajes y que una vez que las minas ya no tienen valor, son abandonados. Esos proyectos toman lo que pueden y después quedan montones de desechos. Yo me pregunto si no sería posible pavimentar uno de esos caminos mineros y convertirlo en una ruta de senderismo?
Si realmente queremos que las personas tengan un vínculo más fuerte con el lugar y se involucren con él, a tal punto de querer protegerlo, deben antes que nada, tener acceso a él. Ya sea que se trate de un camino de mina o de un estacionamiento, este debe ser de fácil acceso.
Julia: Debido a mi estado de salud que conllevaba en un alto riesgo de contagio, me fue casi imposible durante la pandemia, ir a los lugares en la naturaleza que solía frecuentar. Es muy doloroso tener que estar aislada de los lugares que me nutren. Pero durante estos meses, he construido una relación profunda con los árboles justo afuera del edificio donde vivo.. No podría decir que esos árboles son salvajes, de hecho, fueron plantados por un urbanista. ¡Tienen pequeñas rejillas por las que se pueden ver las raíces! Pero esos árboles están en el mismo lugar donde yo estoy. Y empecé a preocuparme de manera muy sentida por ellos. Ahora siento una conexión muy cercana con ellos y un reconocimiento de nuestra interdependencia. Nos hemos acompañado el uno al otro durante la pandemia.
Pero no puedo negar que también extraño una relación con otra clase de expansión. Esa clase de quietud que solo se encuentra en los lugares poco habitados.
Naomi: Como persona discapacitada es un reto poder encontrar espacios de soledad en la naturaleza. ¿Has ido alguna vez a un lugar de picnic y has encontrado fácilmente un espacio? ¡Todo el mundo va allí! ¡Pues claro! Porque es un espacio accesible.
También he aprendido a encontrar otros espacios de soledad. Si salgo y tengo que pasar mucho tiempo sentade en un parqueadero, pues es inevitable que algún momento esté sole. Yo añoro con ansia esos momentos, y cuando llegan, me doy la oportunidad de hundirme en ellos y hacer mi ejercicio de escucha.
Uno de los valores que rigen mi vida es la amplitud, no estar donde no siento que puedo expandirme. Es algo que necesito para sentir que yo soy quien yo soy. Y no tener fácil acceso a eso… Ese ha sido un gran ejercicio de paciencia en mi vida.. A veces salgo a la calle cuando el clima está horrible solo para poder estar sole. Salgo cuando hay una temperatura de 40 grados solo porque sé que la calle estará más sola. Sólo para tener veinte minutos de soledad.
También he aprendido a encontrar otros espacios de soledad. Si salgo y tengo que pasar mucho tiempo sentade en un parqueadero, pues es inevitable que en algún momento esté sole. Yo añoro con ansia esos momentos, y cuando llegan, me doy la oportunidad de hundirme en ellos y hacer mi ejercicio de escucha.
Julia: ¡Qué hermosa práctica! Como esperas a que esos momentos vengan a ti… Es como si confiaras en que esos momentos vendrán y te mantienes liste. Es muy conmovedor adentrarse en esa quietud, dejarte sumergir en el silencio.
Naomi: No es solo sonido, también es vibración. Yo puedo sentir a la ciudad vibrar cuando estoy allí.Mi edificio queda frente a una calle principal y los camiones, los trenes y el tráfico hacen vibrar el suelo. Pero cuando estoy en un espacio más silencioso, puedo sentir un cambio inmediato en mi cuerpo. El silencio tiene un efecto restaurativo para mi cuerpo. Me relajo y así puedo conectarme mucho más fácil con mi ser interno.
Encontrar esa clase de quietud se ha vuelto mucho más desafiante que encontrar el silencio. Hay un par de rutas de senderismo muy accidentadas por donde vivo, así que si voy al estacionamiento en medio del calor del verano, puedo encontrar la soledad. Pero la vibración aún existe, porque la ciudad se está expandiendo y creciendo.
Para mí, salir de los límites de la ciudad requiere un compromiso enorme. Tengo la suerte de tener acceso a un vehículo y además, tengo la suerte de que puedo conducir y que tengo un compañero que puede conducirme si yo no puedo hacerlo. Unas cuantas veces al año, él y yo manejamos grandes trayectos para ir a parques nacionales que están más lejos, y luego encontramos un lugar para sentarnos al costado de la carretera. Allí, la vibración es tan diferente. Quiero decir, la vibración literal, no solo la energía.
Julia: Me da la impresión de que esa es una dimensión del acceso en la que muchas personas no discapacitadas no piensan: toda la preparación y organización que las personas discapacitadas tenemos que invertir para navegar en un mundo que a menudo es inaccesible para nosotres. ¿Cómo es ese proceso para ti?
Naomi: La capacidad de tener tranquilidad y soledad es realmente valiosa, pero requiere mucha planificación. Tengo que encontrar a una persona, si no dos, que me acompañen y que también estén dispuestas a sentarse conmigo y a estar tranquilas. No salgo cuando está lloviendo porque mi scooter no funciona bajo la lluvia. Así que tengo que planear las cosas con mucha anticipación.
Es difícil no sentir alguna clase de resentimiento con respecto a esas situaciones. Mi pareja también está discapacitada, así que cuando queremos salir, tenemos que tomarnos al menos una semana para planear un viaje que nos toma solo un día. Después del viaje, necesitamos una o dos semanas para recuperarnos de ese trajín. ,Cuando hablo con mis amigues a quienes les gusta ir a acampar, elles dicen: “¡Ah, sí! salgamos este fin de semana”. Pero yo necesito tres semanas para planear un solo fin de semana.
Julia: Me encantaría que regresáramos a tu historia del estacionamiento. Dijiste que sentarte en los márgenes de ese espacio te daba una perspectiva diferente. Me interesan las formas en que las personas discapacitadas experimentan el mundo; cómo la discapacidad afecta de manera diferente nuestra percepción y nuestro sentido del lugar.
Como usuaria de silla de ruedas, yo tengo una conexión íntima con el suelo. Es un tipo de conciencia realmente específico, un sentido de lugar que está enraizado en mi propia experiencia con la discapacidad. Sé cómo se siente el suelo bajo mis ruedas. Hay un par de ladrillos afuera de mi oficina en Georgetown que están un poco sueltos, y cada vez que paso sobre ellos, hacen un sonido muy característico. Lo siento como un pequeño escalofrío de bienvenida, una sensación de volver a casa.
Así que me da curiosidad escuchar cuál ha sido tu experiencia. ¿De qué manera influye tu discapacidad en la relación que tienes con la tierra y el lugar?
Naomi: Siento mucha más ansiedad que alegría cuando tengo que transitar diferentes clases de suelos..Si estoy sobre un terreno de grava, por ejemplo, o sobre tierra blanda, puede que me quede atascade y eso es muy estresante.
Cuando estoy afuera me gusta tocar el suelo. Pero no puedo caminar sin zapatos. Tengo aparatos ortopédicos muy específicos, así que si voy a tocar el suelo tiene que ser con las manos o con alguna otra parte del cuerpo. Y esto requiere que esté muy atente para hacer ese esfuerzo.
El suelo es como la piel. Es lo que interconecta todo, como el tejido que nos sostiene a todos. Y yo puedo sentir eso, ya sea que esté en mi scooter o que me detenga en algún lugar. El suelo es tan espacioso, tan expansivo…
Julia: Anteriormente en nuestra conversación, dijiste: “La naturaleza es un lugar del que me apoyo”. Esa es una frase poética, pero también es hermosa desde la perspectiva de la discapacidad. Eres alguien que usa aparatos ortopédicos para caminar, ¿verdad? Me encantaría saber cómo tu experiencia encarnando el aparato ortopédico te dice algo sobre tu relación con el lugar.
Naomi: Sí, yo no puedo caminar sin soportes ortopédicos. Son parte de la tecnología que uso para vivir en el mundo. Los llevo a todas partes. Si voy a acampar, tengo que tener cuidado con ellos porque se pueden romper o estropear. Podrían pasar muchas cosas, pero a pesar de eso, elijo correr el riesgo.
Cuando era pequeñe, mi mamá me enseñó que hay muchas maneras de amar la naturaleza. Yo tenía que usar un yeso corporal y ella solía sacarme afuera para que pudiera hacer pequeños pasteles de barro y jugar en la tierra. Ese yeso definitivamente se veía andrajoso después de un tiempo. Pero creo que un regalo que me dio mi mamá es entender que tienes que vivir tu vida y tomar algunos riesgos.
Los aparatos ortopédicos hacen esto posible. En el momento en que yo me apoyo o confío en ellos y su uso, eso es una forma de interdependencia. Me estoy apoyando contra algo, y ese algo se está apoyando contra mí. Un apoyo ortopédico ofrece firmeza. Es un andamio que no se mueve.
Al apoyarme con y en el lugar estoy reconociendo que estoy en una relación de interdependencia con él. Me apoyo contra el pequeño palo verde en la calle afuera de mi casa, contra el suelo debajo del pavimento. Y confío en que el apoyo estará allí de alguna forma, pase lo que pase, hasta que muera.
¹ Naomi retoma aquí las ideas de Syren Nagakyrie, quien dirige la organización Disabled Hikers (Excursionistas discapacitades). Nagakyrie escribe: “No podemos seguir viendo ‘urbano’ y ‘salvaje’ o ‘construido’ y ‘natural’ como un binario… Entendiendo los espacios salvajes designados como paisajes vírgenes reservados para unas pocas personas, mientras que los espacios urbanos se dejan languidecer sin acceso a espacios verdes.” Syren Nagakyrie, “Disability is Natural” (“La discapacidad es natural”), en Nature is a Human Right: Why We’re Fighting for Green in a Gray World (La naturaleza es un derecho humano: por qué luchamos por lo verde en un mundo gris), ed. Elena Miles. (DK, 2022), 170-181.)
² Sarah Jaquette Ray, The Ecological Other: Environmental Exclusion in American Culture (Le Otre Ecológico: Exclusión Ambiental en la Cultura Estadounidense). Prensa de la Universidad de Arizona, 2013.
³ Para una descripción más detallada de estas dinámicas, ver: Alison Kafer, “Bodies of Nature: The Environmental Politics of Disability” (“Cuerpos de la naturaleza: la política ambiental de la discapacidad”) en Feminista, queer, crip. (Prensa de la Universidad de Indiana, 2013), 129-148.
Créditos:
Naomi Ortiz y Julia Watts Belser, “Apoyarse contra lugar: discapacidad, naturaleza e interdependencia: Naomi Ortiz conversa con Julia Watts Belser.” Discapacidad y cambio climático: un proyecto de archivo público. Traducido por Sucia Urrea, Ramona de Jesús y Tere Santana del equipo de Vulgar.mx. 1 de julio de 2022.
Curaduría y edición de textos realizada por Julia Jackson y Julia Watts Belser
Descripción de foto: Foto biográfica por Jade Beall. Naomi Ortiz, una persona mestiza de piel clara, cabello oscuro y arracadas plateadas se encuentra sentade en su scooter frente a un ocotillo en el desierto de Sonora. Lleva un sombrero fedora, arracadas, vestido negro con estampado de cactus, medias texturizadas, pulsera plateada y botas rosas. A la distancia hay una montaña y cactus.